Me Quedé sin Excusas

 

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No es que me he quedado sin ideas, es que me he quedado sin excusas.


A lo largo de los años, he declarado — en algunos momentos con valentía, fervor y orgullo y otros con temor, inseguridad y pena — que me gusta escribir. Que ansío un día tener el honor de tener el título de 'escritora'. Que cada vez que paso frente a una tienda de libros, sueño con ver uno mio en las vitrinas. Sin embargo, el trecho que ha habido entre el dicho y el hecho ha sido abismal.


Aunque sueño con escribir profesionalmente, no se me ha dado mucho el sentarme a hacerlo. Cada etapa de vida me ha proporcionado un sin fin de excusas que apaciguan mi consciencia cuando esta me recuerda que en vez de ver ese episodio extra, debería escribir. Que en vez de voluntariar para otro proyecto más, debería seguir con la historia que llevo años cargando en la mente y el corazón.


Mudanzas, estudios, procesos migratorios, enfermedades y el inicio de mi carrera profesional. Cada una de estas circunstancias me ha provisto de un material sólido con el que construí una red de excusas que hasta yo misma me creí. Sin falta, en cada una de estas etapas me he prometido que un día, cuando "esto" se resuelva, entonces escribiré. Y sin falta también, durante cada uno de esos momentos, sentía en mi interior cómo se armaban piezas enteras, historias completas que se convertían en cosquillas en mis manos, ansiosas por salir y ser liberadas de mi cerebro. Como tratando de calmar a un perro sobreexaltado, les prometía a cada una de ellas que las sacaría cuando el momento indicado llegara. Pero hoy, me he quedado sin excusas.


Me aterra reconocer que ese safety net que tejí a base de retórica en realidad era solo una ilusión, porque el atreverse, irrespectivamente del cuando y cómo, siempre llevará consigo un grado de riesgo.


Esto me cayó como balde de agua fría hace aproximadamente un mes cuando sin buscarlo, me topé con una entrevista al comediante Mexicano, Ricardo Pérez. En ella, Ricardo detalla su camino hacia el descubrimiento de la comedia y la eventual realización que eso era a lo que quería dedicarse toda su vida. Como ávida consumidora de podcasts, he escuchado un sin fin de historias así. En ellas siempre encuentro mucha inspiración y motivación, pero no dejan de sentirse de alguna forma muy lejanas. Sin embargo, esta fue diferente.


Resulta que el mundo es tan pequeño, que este comediante estudió en mi misma universidad, al mismo tiempo que yo... y, ¡vaya mi sorpresa! cuando me di cuenta que hasta tenemos conocidos en común. Esta historia, a diferencia de otras, realmente me pegó muy duro porque no se trataba de alguien abstracto con quien nunca había siquiera compartido código postal. Se trataba de alguien que en un momento estuvo en un círculo cercano y que se atrevió.


Esto, más que muchas otras técnicas y sistemas que me he dispuesto a probar a lo largo de los años, me catalizó unas ganas de dejar atrás mis excusas que no había sentido en años. Yo misma me había encargado, una excusa a la vez, de adormecer mi "llamita" interna y de autoconvencerme que estaría lista para dar el paso cuando estuviera tan solo un poco más preparada.


Esta entrevista catalizó una serie de reflexiones. Quizá no son pensamientos revolucionarios, pero me he dado cuenta que muchas veces se necesita un "sacudón," como lo fue para mi la entrevista, para que ciertos conocimientos por fin caigan de la cabeza al corazón. Decidí escribir estas reflexiones porque (aparte que quiero escribir más, de eso se trata toda esta entrada) quería plasmar algo como testamento a este momento, y quería poder inspirar a otros quienes también — lo sé porque lo hemos platicado — se han autodisparado en el pie con mentiras y autoengaños antes de siquiera dar el primer paso.


En primer lugar, entendí que debo aceptar el proceso y no menospreciar el camino recorrido. A veces la excusa que he puesto para no escribir, o no atreverme a hacer algo, es que siento que no cuento con las credenciales o experiencia para hablar al respecto. Este es el legendario catch-22 al que se enfrentan quienes están comenzando un proyecto o su trayectoria profesional. En mi caso, me di cuenta que si no comenzaba a escribir en algún momento, no adquiriría nunca la experiencia que según yo debía tener para iniciar.


También, me percaté que aunque un "cartón" en psicología o teología*, o un cierto número de 'seguidores' posiblemente avalaran más mi mensaje, el hecho de que algo externo no validara mis experiencias o conocimientos adquiridos, no significa que no sean cosas que realmente he vivido y aprendido. Tuve que recordarme a mi misma que solo porque no hay rastro (en internet) hasta ahora de ciertas vivencias o lecciones, no las hace menos reales. Comprendí que los temas de los que quería escribir eran temas fundamentalmente humanos sin fecha de caducidad y por lo tanto, no era tarde para comenzar a servir a otros por medio del compartirlos.


Por último, me di cuenta que no hay método más infalible que el comenzar. Si bien otros pueden tener consejos muy valiosos basados en sus propias experiencias, al final del día, la única razón por la cual estas personas tienen consejos que dar es porque ellos un día se atrevieron y comenzaron así les haya tocado darse golpes en el camino. Soy defensora de aprender de las experiencias de otros porque no nos alcanzaría una vida para aprender cada lección personalmente. Sin embargo, si creo que hay cosas que debemos experimentar en carne propia, que hay caídas — y por consecuente raspones — que sí debemos darnos para poder crecer. No hay atajos, solo hay que hacerlo una y otra y otra vez. Así como no salen cuadritos después de una sola visita al gimnasio (por más que muchos quisieramos que fuera así), no nos volvemos prolíficos escritores, compositores, artistas, o empresarios con un solo intento.


Se me hace ahora imposible generar más justificaciones para mis excusas. Se me acabaron las formas de excusar mis excusas. A mi me llegó la hora de dar rienda suelta a esas ideas que ya por mucho tiempo he mantenido bajo llave. Me llego la hora de ejercitar mis músculos creativos, atrofiados ante el encierro mental en que se han encontrado.


No sé que sea para ti aquello que quizá has tenido guardado y que está esperando salir. No sé en que área quieras atreverte... no puedo ofrecerte anéctodas de un camino recorrido y un "si yo pude, tú también", pero puedo ofrecerte un "atrevámonos juntas." Yo ya dejé que se me pasaran 27 años, y no estoy dispuesta a que se pasen 27 más, ¿y tú?


*Disclaimer: sí creo que para tocar algunos temas o hacer ciertas aseveraciones se necesita un grado de estudio o conocimiento que respalde lo que se dice. En este post me refiero más a experiencias u opiniones subjetivas.

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